Este viernes, cientos de personas realizaron la primera protesta y marcha contra la gentrificación en la Ciudad de México, abriendo el debate sobre este fenómeno social y económico de desplazamiento. Pero, ¿qué es realmente la gentrificación?.
De acuerdo con la Real Academia Española, gentrificar se define como “renovar una zona urbana, generalmente popular o deteriorada, mediante un proceso que implica el desplazamiento de su población original por parte de otra de mayor poder adquisitivo“, no obstante este significado ha sido debatido por sociólogos, antropólogos, geógrafos y más académicos que lo ven como un fenómeno social más complejo y con particularidades específicas a cada región del mundo.
Según el libro Gentrificación: miradas desde la academia y la ciudadanía, este fenómeno, aunque global, adquiere matices propios en contextos como el mexicano, donde la informalidad, el arraigo comunitario y las políticas neoliberales juegan un papel determinante.

Imagen: Captura de Pantalla | Archivo Cuartoscuro
El término gentrificación fue acuñado en 1964 por la socióloga Ruth Glass para describir el desplazamiento de clases trabajadoras en Londres debido a la llegada de residentes adinerados. En las décadas siguientes, académicos como David Ley y Neil Smith debatieron si el fenómeno respondía a una demanda espontánea de la clase media o a una estrategia inmobiliaria y estatal para revalorizar zonas deprimidas.
Pero cuando el concepto cruzó el Atlántico, se enfrentó a realidades distintas. En América Latina, donde la propiedad privada y la informalidad urbana son predominantes, la gentrificación no siempre implica desplazamientos masivos, sino transformaciones graduales. Como señala Michael Janoschka, en ciudades como la CDMX, los residentes históricos resisten mediante redes comunitarias, aunque enfrentan presiones como el encarecimiento del suelo y cambios en el comercio local.

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Algunos académicos, como Thomas Maloutas, critican que el término se ha vuelto tan amplio que pierde precisión.
Gentrificación “a la mexicana”: políticas públicas y resistencias
A diferencia de Europa o Estados Unidos, en México la gentrificación no es solo producto del mercado, sino de políticas urbanas que favorecen al capital privado. Ejemplos como el Bando 2 y las Áreas de Gestión Estratégica (AGEs) en la CDMX muestran cómo, bajo discursos de “regeneración urbana” o “sostenibilidad”, se promueven proyectos que terminan desplazando a poblaciones originarias, consigna el citado libro.
Ejemplos como el Centro Histórico —donde fundaciones privadas como las de Carlos Slim intervienen bajo discursos de “rescate patrimonial”— muestran cómo la inversión pública y privada se alían, desplazando comercios informales y reconfigurando el espacio para el turismo y el consumo elitizado.

Foto: Archivo Cuartoscuro
En la Colonia Juárez, no solo se habla de gentrificación, sino de blanqueamiento: un proceso que combina el encarecimiento del suelo con cambios raciales y culturales.
No solo llegan vecinos más ricos, sino que se imponen estilos de vida ajenos y se borran las tradiciones, según el análisis del mencionado libro.
Además, en los Pueblos Mágicos —como Malinalco—, el turismo y la compra de segundas residencias por extranjeros o élites urbanas han transformado pueblos agrícolas en enclaves de lujo.
¿Qué tipos de gentrificación hay?
Gentrificación clásica: ¿un modelo importado?
El término acuñado por Ruth Glass en 1964 describía la llegada de la “gentry” (clase alta) a barrios obreros londinenses. En su versión anglosajona, el debate se dividía entre “La teoría de la demanda” que muestra a las clases medias como si redescubrieran el centro urbano, aumentando precios, y la “La teoría de la producción”, según la cual los empresarios y el Estado aprovechan la brecha de renta (diferencia entre valor actual y potencial de un inmueble) para expulsar a los más pobres.
Gentrificación neoliberal: el Estado como facilitador
Como se mencionó anteriormente, en México y otras ciudades latinoamericanas, la gentrificación es vista como resultado de políticas públicas que facilitan la extracción de rentas por parte del capital privado. Estas políticas a menudo se presentan con un “doble discurso” que, bajo una apariencia de beneficios sociales, priorizan el mercado inmobiliario. Los gobiernos locales destinan recursos públicos para mejorar la infraestructura, allanando el camino para la inversión privada.

Foto: Archivo Reuters
Gentrificación Rural o “Turistificación”
Este tipo de gentrificación se manifiesta fuera de las grandes ciudades, en ámbitos rurales y periurbanos, a menudo impulsada por el desarrollo turístico. El programa gubernamental “Pueblos Mágicos” en México ha fomentado el turismo cultural y la adquisición de segundas residencias por parte de población con alto poder adquisitivo.
Los “nómadas digitales” y la gentrificación
El estudio Gentrificación transnacional y nómadas digitales en la zona central de la Ciudad de México, publicado por la revista EURE, evidencia un incremento en la precariedad y marginación de la población local entre 2010 y 2020, en convergencia con la llegada de “nómadas digitales”.
La migración de este tipo de trabajadores remotos se relaciona, según la publicación, con el encarecimiento del costo de vida y el deterioro socioeconómico en áreas cercanas a aglomeraciones de Airbnb y comercios dirigidos a perfiles de alto ingreso. Además, se observa la privatización del espacio público, donde banquetas y calles son ocupadas por terrazas de restaurantes y cafés, afectando la movilidad peatonal y generando conflictos con residentes históricos, quienes perciben una pérdida de identidad y accesibilidad en su propio barrio.

Imágenes: Pixabay/Airbnb
La gentrificación transnacional en la CDMX se aceleró notablemente entre 2019 y 2023, impulsada por la migración de nómadas digitales atraídos por los bajos costos comparativos con ciudades del norte global. Esto ha derivado en una mutación comercial (con negocios en inglés y precios dolarizados) y en la polarización socioespacial, donde burbujas de privilegio coexisten con zonas de marginación.
El estudio muestra cómo el gobierno promueve activamente esta dinámica mediante acuerdos con Airbnb y concluye alertando sobre la necesidad de equilibrar el desarrollo económico con la protección de las comunidades locales para evitar una ciudad cada vez más fragmentada y desigual.
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