“Su idea de desarrollo (de los gobiernos) es tener casas grandes, edificios, tiendas grandototas. Nosotros preferimos vivir en comunidad. Por eso tengo que alzar la voz, para defender mi hogar; y no solo es mi hogar, es de los animales, de los niños, de los ancianos, de los árboles”, explicó Pascuala, indígena tseltal quien forma parte del Movimiento en Defensa de la Vida y el Territorio (MODEVITE). Como organización interpusieron recursos legales para detener la construcción de la supercarretera que comunicaría San Cristóbal con Palenque, atravesando 11 municipios indígenas.

Víctor Hugo, zapoteco de la comunidad San Pedro Comitancillo, forma parte de un colectivo, tratan de impedir que una empresa danesa instale paneles solares en 8 mil hectáreas ejidales, que alimentaria una fábrica de hidrógeno; esta instalación provocaría el aumento de la temperatura, ausencia de lluvias y afectación en los campos de cultivo.

En esa región también están abriendo supercarreteras y parques industriales de inversores asiáticos y europeos, “para hacer funcionar la economía global”, explicó.

Pedro y Diana, de Colombia, explicaron que la construcción de parques nacionales, la exploración petrolera y minera, los ha expulsado de sus tierras.

Foto: Ángeles Mariscal

Durante el encuentro, convocado por el Tejido Global de Alternativas, pobladores del sureste de Coahuila compartieron su lucha contra el basurero de residuos tóxicos industriales y la defensa del agua del arroyo San Miguel.

Mujeres de Hidalgo compartieron la lucha contra el parque solar que se quiere establecer en Ciudad Sahagún y la contaminación del agua en Tula, proveniente de los desechos de la zona metropolitana de la Ciudad de México.

Desde el norte de Veracruz se denunció la distribución gubernamental de fertilizantes y agrotóxicos que enferman la tierra y la salud de las comunidades.

Durante tres días, 250 personas, integrantes de 60 comunidades, organizaciones y redes se reunieron en la comunidad Ahlan Mu’c´ul Ha´ (abajo del Río Grande), en el municipio de Chilón, en la zona selva de Chiapas. Además de explicar las afectaciones que enfrentan por diferentes proyectos “a causa de un modelo de desarrollo extractivista que, bajo la lógica individualista, capitalista y patriarcal, nos está despojando de todo lo que nos da vida”, compartieron experiencias organizativas y comunitarias “en las resistencias y en la defensa de la vida, el agua, el maíz, el territorio y la Madre Tierra”.

Foto: Ángeles Mariscal

“Venimos de diferentes territorios de México, tales como Oaxaca, Coahuila, Veracruz, Hidalgo, Guerrero, Puebla, Estado de México, Chiapas, así como Colombia, País Valenciano, y Alemania. Nos hemos encontrado para buscar juntes cómo hacer frente a los proyectos de muerte, tejiendo con mayor fuerza nuestras alternativas que ya estamos construyendo en cada familia, comunidad, pueblo, región, territorio, organización y lucha”, dijeron en una declaratoria conjunta.

Durante el encuentro se llevaron a cabo ceremonias donde compartieron su espiritualidad, que constituye un elemento de sus fortalezas como pueblos y organizaciones. En talleres de análisis, explicaron cuáles son sus esperanzas y fortalezas, “nuestra organización comunitaria tejida a través de nuestros sistemas normativos, nuestras espiritualidades y ceremonias, así como el trabajo colectivo comunitario que sostiene las alternativas que caminamos en nuestra cotidianidad”.

Al final del encuentro acordaron continuar organizándose como Tejido Global de Alternativas, impulsando las prácticas y trabajos en proyectos alternativos al modelo de desarrollo capitalista; acordaron también apoyar movimientos comunitarios que se oponen a la industria extractiva que atraviesa sus territorios.



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