La Comisión Independiente de Investigación sobre la Pandemia de Covid-19 en México expresó su “profunda profunda preocupación” por el nombramiento de Hugo López-Gatell como “representante de México ante la Organización Mundial de la Salud (OMS)”.
Los expertos calificaron el hecho como “un nombramiento inaudito para un cargo, además, inexistente dentro el esquema formal de representación diplomática de México en el exterior”.
Según su investigación independiente, hubo “graves omisiones y decisiones” que contribuyeron a que México registrara, según las cifras de la propia OMS, el cuarto nivel más alto de exceso de mortalidad en el mundo, con más de 808 mil muertes en exceso.
El documento es firmado por Lucía Abascal Miguel, Julio Frenk, Claudia Agostoni, Sergio Aguayo, Ricardo Becerra, Mariana Campos, Julia Carabias, Enrique Cárdenas, José Ramón Cossío, Carlos del Río, Eduardo González-Pier, Tonatiuh Guillén, Antonio Lazcano, Carlos Mancera, Itzel Ortiz Zaragoza, Mariano Sánchez Talanquer, Sylvia Schmelkes y su coordinador Jaime Sepúlveda Amor.
El documento afirma que en México se registró el número más alto de muertes de personal médico en el continente americano; 44% de mortalidad hospitalaria; más de 215 mil niños en situación de orfandad, por la pérdida de su padre o madre; así como profundas repercusiones en ámbitos como la educación, la economía y la salud mental.
Este nombramiento ocurre sin que las autoridades responsables hayan ofrecido al público análisis ni explicaciones sobre las fallas que contribuyeron a estas cifras inaceptables —incluyendo, por ejemplo, el uso de datos falsos o erróneos para determinar el color del semáforo epidemiológico durante el pico de contagios en la Ciudad de México—.
Por respeto a las víctimas, la relación de México con la OMS no puede quedar en manos de funcionarios directamente responsables de que, en la mayor crisis sanitaria en un siglo, la respuesta gubernamental se apartara de forma sostenida, profunda y sistemática de las recomendaciones de dicha institución.
Lejos de estar guiada por la precaución, la ciencia y la verdad, la respuesta oficial se caracterizó por la negación persistente del riesgo, la reiteración de errores, el menosprecio hacia la comunidad científica y la transferencia de toda responsabilidad a las personas enfermas.
El manejo político de las percepciones se puso por encima de las normas de la OMS, la evidencia y la vida misma. Con este nombramiento, no sólo se ignoran las lecciones de la pandemia: se envía una señal alarmante sobre la falta de compromiso del Estado mexicano con los estándares internacionales de salud pública y con el derecho a la verdad de las víctimas.
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