En las calles y caminos de Coatzacoalcos, Veracruz, nació una promesa del ciclismo, Jade Romero Peña. A sus 14 años ya rodaba con la madurez de quien entiende que los sueños también se entrenan.

Todo comenzó como una excusa para romper el encierro de la pandemia de Covid-19 en el año 2020. En ese entonces, a sus nueve años, Jade descubrió su pasión por la bicicleta durante paseos familiares que la llevaban hasta la costa veracruzana.

“Hicimos un grupo familiar para salir a rodar y ella se sumó con una bicicleta infantil, de esas con canasta. No era profesional ni nada parecido”, señaló su tía Yumira Peña en entrevista para Aristegui Noticias.

La niña desconocía que aquellas primeras rodadas por los paisajes de su localidad la iban a llevar a cambiar su deseo de ser veterinaria a ciclista profesional. Pero su familia vio instantáneamente en ella potencial.

Jade pedaleaba a lado de su hermana, de su prima, de sus tíos y de los amigos que se iban sumando a ese equipo improvisado. Lo hacía sin prisa, entendía el camino. “Ahí nos dimos cuenta que ella tenía un deporte nato, tenía esa habilidad que se le daba tan fácilmente”, compartió su tía.

Foto: Cortesía de la familia para uso periodístico en Aristegui Noticias

Con el regreso paulatino a la normalidad tras la pandemia, Jade dio el salto a los seriales de ciclismo, competencias locales de modalidad XCO en Coatzacoalcos. Mientras el mundo retomaba el paso, su entusiasmo por la bicicleta avanzaba a un ritmo más acelerado que su propio crecimiento. Cuando recibió su primera bicicleta de montaña rodada 27.5, le quedaba grande.

“Tenía que usar tenis de plataforma para poder alcanzar bien los pedales”, contó su tía. “Pero nunca le importó. Era tanto su gusto que la usaba así”.

Jade, aún siendo niña pequeña, no se escondía. Mostraba un temperamento que la caracterizaba. Le gustaba bailar, no le daba pena ponerse frente a la gente ni ocupar el centro del espacio. Para su tía, tenía una valentía que aparecía incluso antes de que supiera nombrarla. Si había actividades al aire libre, Jade quería estar ahí.

Siempre quería que la incluyéramos

Al llegar la adolescencia, Jade suavizó un poco su personalidad: se volvió menos platicadora y un poco más reservada. A pesar de esto, “siempre fue una niña muy alegre, muy extrovertida, intrépida”, dijo Yumira.

Foto: Cortesía de la familia para uso periodístico en Aristegui Noticias

Su familia vio pasar su pasión de pasatiempo pandémico a vocación profesional. Desarrolló un talento que desafiaba montañas pese a entrenar a nivel del mar y posteriormente rutas.  “Siempre fue muy determinada”, destacó su tía.

A la diversión de rodar se sumaron horarios, objetivos definidos y una rutina que exigía constancia y compromiso. A partir de 2023, la vida de Jade empezó a tomar otra forma e inició un proceso de entrenamiento formal bajo la guía de José López, el entrenador que vio en ella una semilla que en los años podría florecer en el ciclismo profesional.

“Yo le comenté a mi hermana [la mamá de Jade] que estaban formando un grupo aquí en la ciudad. Le dije: Jade tiene esa habilidad, llévala con él”, contó su tía.

Llegaron las clasificaciones a los Juegos Deportivos de la CONADE y con ellas el salto a los nacionales, donde la competencia se transformó en algo  real. “Sabía que tenía que hacer el doble de esfuerzo porque enfrente había rivales muy fuertes”, señaló su tía.  Jade lo entendió sin dramatizarlo: no dudó, no se rindió y “nunca dijo que ya no quería”.

Foto: Cortesía de la familia para uso periodístico en Aristegui Noticias

Jade comenzó a sostener hábitos de alto rendimiento y claridad a pesar de su corta edad. Sus días comenzaban a las cuatro de la mañana, de lunes a domingo. Aunque la bicicleta no formara parte del entrenamiento diario, siempre estaba haciendo algo relacionado con ella. Además, mantenía un plan alimenticio.

“Omitía muchas actividades propias de una niña para poder cumplir con su entrenamiento”, recordó su tía.

Eso es algo que le admirábamos muchísimo

Con las manos fuertes y pequeñas en el manubrio, Jade salió a rodar por las calles de Tabasco, Chiapas, Oaxaca y Mérida, cargando en sus hombros el nombre de Veracruz con un entusiasmo que traspasaba las fronteras regionales. Representó a su estado en dos ocasiones en los Juegos CONADE, categoría Juvenil A, tanto en la modalidad de ruta como de montaña.

Detrás de cada proceso y de cada logro, Jade nunca pedaleó sola. Sus padres despertaban con ella antes del amanecer, sus tíos eran respaldo constante y su abuela un soporte.

Fuimos su primer grupo, su primer equipo

Foto: Cortesía de la familia para uso periodístico en Aristegui Noticias

Los sueños de Jade se fortalecieron en agosto de 2025, cuando superó las pruebas para pertenecer al equipo AR Monex Pro Cycling Team. En noviembre de este año, se unió a la pretemporada para 2026. “Estaba muy contenta, estaba muy feliz, estaba cumpliendo sus sueños… se iba a ir a Italia. Incluso me dijo que estaba aprendiendo italiano”, compartió su tía.

A sus 14 años, “iba a llegar muy lejos… verla llegar tan lejos es porque tenía el talento. Solo estaba en esa parte de pulir ese talento”.

Foto: Cortesía de la familia para uso periodístico en Aristegui Noticias

Jade Romero Peña falleció el 11 de diciembre de 2025 en un accidente de tránsito, de acuerdo con fuentes ministeriales.

Tras su muerte, la marca que Jade dejó en el ciclismo se hizo visible a través de las voces que se sumaron desde la comunidad deportiva local y nacional.

Para su familia, el momento también sirvió para identificar con claridad quiénes estuvieron siempre y quiénes reconocieron, incluso tarde, el valor de una trayectoria que ya era sólida a su corta edad.

Es una chica que en el corto tiempo que estuvo en el equipo se ganó el corazón de sus compañeras y sus entrenadores. Supo cómo, cómo hacerlo, era algo nato.

Foto: Cortesía de la familia para uso periodístico en Aristegui Noticias

Jade a sus 14 años superó procesos selectivos, representó a Veracruz en competencias nacionales, asumió rutinas de alto rendimiento y dio el salto a un equipo con proyección internacional. Quienes formaron parte de su entorno deportivo coinciden en que el talento estuvo presente desde el inicio, pero que su principal fortaleza fue la capacidad de sostenerlo. Entrenó en condiciones limitadas, compitió frente a rivales con mayor infraestructura y respondió con disciplina, constancia y claridad de objetivos. Su tía expresó:

Creo que Jade iba a llegar muy lejos. 14 años y ya estaba en el inicio de sus sueños.

Más allá de la atleta, “Jade fue hija, hermana y amiga”. Amante de los animales, espontánea y decidida, vivió alineada con la elección que había hecho de dedicar su tiempo al ciclismo. Desde Coatzacoalcos, Jade Romero Peña dejó una certeza en su propio proceso: los sueños también se entrenan y ella lo hizo con entusiasmo hasta donde el tiempo le permitió.

Ella merece que se le recuerde como una gran deportista. Nosotros la recordaremos como parte nuestra, de nuestra familia.



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