Durante ‘Aristegui en Vivo’ Edmundo Jacobo Molina, exsecretario ejecutivo del Instituto Nacional Electoral (INE), analizó la jornada electoral con una mirada crítica. Desde el inicio, Jacobo Molina dejó claro su escepticismo ante quienes calificaron la elección como un éxito.

“Lo que es increíble es que a esto se le llame un éxito, eso es lo primero que habría que señalar, porque yo no veo de dónde puede ser esto un éxito con una participación que se estima a lo mucho del 13%”, sentenció, subrayando que la cifra proviene de la propia autoridad electoral y no de encuestas externas.

El contraste con procesos anteriores es contundente. Jacobo Molina recordó que en la elección presidencial del año pasado la participación fue del 60%, mientras que en las intermedias superó el 50%.

Ahora, en una elección de uno de los tres poderes del Estado, apenas se rebasó el 11% en tiempo real, y la estimación final apenas alcanzó el 13%.

“Por donde se le vea, estamos hablando de una participación bajísima… y a eso se le denomina un éxito”, criticó, señalando que ni el despliegue publicitario ni la invitación directa de la presidenta lograron movilizar al electorado.


Para el exfuncionario, la baja participación no solo es un dato frío, sino un síntoma de un problema mayor: la falta de legitimidad del resultado.

No logró atraer la atención, no digamos conquistar, atraer la atención de la ciudadanía para acudir, porque no se entendía de qué se trataba.

Además, advirtió que la democracia no se reduce a depositar un voto en la urna, sino que se ejerce todos los días. “Se está distorsionando todo el concepto de democracia”.

En el análisis de los resultados preliminares, destacó la inesperada figura de Hugo Aguilar Ortiz, quien encabezaba la lista de candidatos hombres con más de 2.5 millones de votos, superando incluso a las candidatas más promovidas como Lenia Batres.

“¿Quién es Hugo Aguilar? ¿Candidato indígena? ¿Lo conocíamos? Pues yo no”, confesó, antes de repasar su trayectoria: subsecretario de asuntos indígenas en Oaxaca, funcionario del Instituto Electoral local y, más recientemente, segundo a bordo del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas.

A pesar de su experiencia, Jacobo Molina reconoció que Aguilar Ortiz no era una figura conocida para el público general, y sugirió que su posición destacada se debió a una “orientación muy clara para Hugo Aguilar, muy, muy clarita”.

Se señaló que los llamados “acordeones” incluían a Aguilar Ortiz como opción preferente, lo que, a su juicio, muestra una movilización dirigida.

Quienes recibieron estos acordeones, pues tuvieron, yo digo muy elegantemente, la orientación de votar por estos nombres. Y el número uno, o sea el primero promovido, pues es el que está ahorita arriba.

La comparación con Benito Juárez no pasó desapercibida. Durante el programa, se recordó que desde el oficialismo se había planteado la necesidad de buscar un perfil similar al del expresidente indígena para la Corte Suprema.

“Puede ser que este sea el Benito Juárez que se pretende desde la corte por su carácter, por su perfil, por su trayectoria”, reflexionó, aunque advirtió que el simbolismo no basta para las exigencias del cargo.

Finalmente, el exsecretario del INE fue contundente al calificar el proceso.

“No es un éxito, perdón, es un fracaso, es un fracaso para quien promovió la elección, para quien promovió esta reforma absurda, pero también es un fracaso para la democracia mexicana, eso es lo que está en juego en todo esto”.



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