Tras la intensidad de elrow, el club situado en pleno centro de Madrid ofreció una experiencia más íntima para todos aquellos que decidieran continuar la fiesta. El sello Two and a Half Cats aterrizó por primera vez en The Bassement Club con una propuesta muy divertida a través de sets propios del groovy con Silvie Loto entre otros artistas. Una noche que combinó frescura, diversión y una conexión especial con la pista.
Hay noches que no estaban planeadas, pero acaban siendo las que mejor recuerdas. Aunque esta la verdad sí que estaba planeada, desde hacía meses, casi antes incluso que elrow. Sabíamos que después de un gran festival al aire libre, necesitábamos refugiarnos en un club bonito y selecto y qué mejor opción para eso que The Bassement Club.
Aún con la purpurina por el cuerpo, el sudor y lo más importante, la energía que nos había dado elrow, ya que el cuerpo nos pedía algo más, fuimos directas al barrio de Chamberí para bailar ese groovy tan característico de Miguelle & Tons. Aquí ya no había ni más confeti ni disfraces; buscábamos otra cosa: un club íntimo, un sonido envolvente, algo más cercano. Y ahí entró en escena esta sala tan mítica, renovada recientemente, que nos recibió con los brazos abiertos. Un plan perfecto para cerrar aquel jueves festivo, y lo que pasó allí, sinceramente, superó cualquier expectativa.
Two and a Half Cats, el sello fundado por los venezolanos Miguelle & Tons, es una de esas joyas que están pidiendo a gritos adentrarse en la escena internacional. Y lo están consiguiendo. Con base entre Miami e Ibiza, para aquellos que no conozcáis a estos pedazo de artistas, su identidad mezcla el minimal house más fino con matices latinos. El nombre, por cierto, viene de la idea de los dos fundadores y el espíritu inquieto de su música: un tercer gato invisible, medio felino, medio groove. Esa noche en Madrid, debutaban oficialmente en The Bassement Club y lo hacían acompañados de artistas con personalidad propia: Silvie Loto, Fletch y Sindicato Del Baile.
El encargado de comenzar la noche fue Sindicato del Baile, quien combinó un set alternando entre house y minimal, en su línea habitual. Durante su set, logró mantener una fluidez musical que, a pesar de las horas ya acumuladas de baile -y que no eran pocas-, hizo que el ambiente siguiera con ganas de más. La sala, que se fue llenando poco a poco, ya presentaba esa atmósfera íntima y acogedora que caracteriza a The Bassement Club. Logramos llegar al medio de la pista como pudimos, porque a pesar de llegar al warm up, nuestras predicciones se cumplieron: esa noche la sala iba a estar a reventar.
Cuando Miguelle & Tons tomaron el relevo, la transición encajó de forma tan fluida y sutil que casi pasa desapercibida, pero no, la guinda del pastel estaba por llegar. Los dos venezolanos, sin esfuerzo, fueron guiando la noche con su característico estilo, jugando entre el minimal pero siempre con sus toques característicos exóticos.
A medida que iba transcurriendo la noche, ese mood tan divertido que impregnaba la sala, iba aumentando. no se trató solo de escuchar música, sino de sentirse parte de lo que estaba ocurriendo. La proyección del logo de Two and a Half Cats, con gatos psicodélicos muy curiosos, no era solo una decoración; complementaba el ambiente de la sala, añadiendo ese punto distintivo que hizo que la experiencia fuera aún más especial.
La mejor parte de la noche sin duda fue, cuando empezaron a sonar tracks que sólo pueden ser del dúo de Venezuela, como ‘Casualidad’ o ‘La Pista es Mía’. Absolutamente toda la sala coreaba las vocales de ambos temas, y fue inevitable para ambos protagonistas el soltar una sonrisa casi vergonzosa, pero que denotaba mucha emoción. La escena estaba ya perfectamente creada y alineada para dar paso a la siguiente protagonista con raíces italianas.

Silvie Loto apareció con una presencia tranquila pero magnética. Su mezcla de house hipnótico, elementos de techno elegante y momentos melódicos nos llevó a una especie de trance suave. Justo lo que necesitábamos para ir rematando la noche: elegancia, coherencia y groove sin florituras. No hizo falta ni subidones forzados ni efectos muy notorios: con puro ritmo y selección exquisita, nos llevó de la mano, manteniendo la pista en un punto dulce constante. Fue una masterclass de cómo bailar con elegancia con temas como ‘Bang‘ de Waze & Life On Planets.

El cierre de Fletch fue exactamente lo que buscaba el público. Al igual que la artista anterior, su sesión no pretendía impresionar a base de golpes de efecto, sino envolvernos lentamente, como una brisa que no notas hasta que ya estás dentro. Con bajos suaves pero firmes y una lectura acertada del ambiente, nos guió en ese tramo final. Fue como una copita de champán servida al final de una fiesta: fresca, medida y llena de matices. En la pista, nadie quería que acabara. Y cuando llegó el silencio, supimos que habíamos cerrado el jueves por todo lo alto, con un último track sonoro, con fuerza que solo los buenos DJs saben dar.
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