El pasado sábado 13 de diciembre DJ Nano volvió a celebrar en IFEMA Madrid la edición más especial de Oro Viejo en su formato ‘Cuento de Navidad’, dejándonos una noche cargada de nostalgia y hits con una producción de primer nivel
Hay eventos que se esperan con ilusión y Oro Viejo es uno de ellos. Cada diciembre, como quien vuelve al pueblo por Navidad o se reúne alrededor de una mesa que ya conoce de memoria, miles de fieles peregrinan a IFEMA Madrid para cumplir con una tradición que va mucho más allá de la música. Y es que, este Cuento de Navidad liderado por DJ Nano tiene mucho de ritual y de sentirse en casa.
Para quien no haya ido nunca puede parecer simplemente un evento de remember más, pero basta con cruzar sus puertas para entender que lo que pasa allí es distinto. Cualquiera que se dé un paseo por la pista verá abrazos, sonrisas cómplices, miradas que dicen «¿te acuerdas de…?«, gente que se busca entre la multitud con ilusión y grupos de amigos que quizá no se ven en meses pero que saben que ese día existe para reencontrarse.
Porque Oro Viejo no es solo una fiesta; es el punto de encuentro anual de varias generaciones que crecieron bailando a ritmo de una música electrónica que hoy es memoria, pero que en ratos como este, también es presente. De canciones que nos recuerdan a noches interminables, a un viaje en coche, a ese disco que te enseñó tu hermana, a tus primeras salidas o a ese primer novio.

Como viene siendo habitual, el Pabellón 8 de IFEMA Madrid fue el escenario elegido para una nueva edición de Oro Viejo, un espacio que ya se siente casi inseparable de la historia del evento. Los encargados de abrir la noche fueron Yvan Corrochano y Valen, en formato B2B, calentando la pista desde el primer momento y marcando el tono de lo que estaba por venir.
Tras ellos, llegó uno de los momentos más especiales de la noche, con un show de media hora de Rebeka Brown, en el que la vocalista dio un repaso por algunos de sus clásicos más reconocibles, como ‘Millenium’, ‘Believe In Dreams’ o ‘Real Things’. Sin duda, auténticos himnos de la electrónica en nuestro país que hemos bailado y cantado hasta la extenuación a lo largo de los años.
Unos minutos pasada la una y media de la madrugada y tras una esperadísima intro (en la que hasta incluso vimos un cameo de El Aberroncho) salió por fin a escena el capo de todo esto: DJ Nano. Y lo hizo con el derroche habitual de carisma, actitud y ese punto de showman que tanto le caracterizan. Porque Nano no solo pincha en Oro Viejo, lo vive. Le vemos sonreír, disfrutar y emocionarse con el público como uno más. Sabe manejar la pista como pocos, creando una comunión constante que alcanzó uno de sus puntos álgidos cuando nos sorprendió recorriendo el pabellón subido a un coche de carreras hinchable, en un auténtico baño de masas que reforzó esa sensación de cercanía y complicidad con sus fieles.

Durante el set del madrileño hubo espacio para dos apariciones especiales. Probablemente la más destacada de esta edición fuese la de DJ Konik (Netherworld), que nos dejó uno de los grandes momentos de la noche cuando sonó su propio tema ‘Atlantis’, reconvertido este año en un hit mundial y pinchado en miles de pistas de todo el planeta por algunos de los DJs más importantes del panorama. La otra fue un B2B entre DJ Nano y Ángel Sánchez, en el que se adentraron por terrenos algo más intensos, recuperando algunos clásicos como ‘La Real’ y alejándose de las habituales cantaditas. Un momento quizá menos festivo pero más contundente y serio, que aportó contraste y profundidad al desarrollo de la noche.
Pero como suele ocurrir en Oro Viejo, en el tramo final fue cuando llegó la auténtica locura. La última hora fue un no parar, el momento de poner toda la carne en el asador y con Nano ya sin dar tregua, enlazando hit tras hit. Todo ello se vio además reforzado por una producción espectacular, a cargo de Fluge, como siempre, con un despliegue audiovisual a la altura del evento: juegos de luces perfectamente sincronizados, una pantalla de 40 metros y visuales que aportaron empaque y narrativa al show, combinando letras de canciones o imágenes impactantes. Incluso hubo tiempo para uno de esos guiños que ya forman parte del imaginario de Oro Viejo. ¡Si hasta vimos a DJ Nano sobrevolar Madrid a ritmo de ‘Flying Free’!
Por supuesto que no faltaron absolutos clásicos como ‘Pray’ de Tina Cousins, ‘Promise’ de Milk Inc. o ‘Children of the Demon’ de Aqualords; aunque, por poner alguna pega, este año nos quedó la sensación de que faltaron por sonar varios temas míticos. Pero, siendo sinceros, es que si por nosotros fuera Oro Viejo duraría mil horas. Siempre se nos hace corto y siempre nos deja con ganas de más.

Con las luces encendidas, una mezcla de alegría y nostalgia y coreando eso de «why, lover, why?» despedimos otra edición de este Cuento de Navidad. Abandonamos IFEMA con la certeza de haber vuelto a vivir algo especial y con la sensación reconfortante de saber que, pase lo que pase durante el año, siempre habrá una fecha en diciembre para volver a encontrarnos. Porque hay tradiciones que no se rompen, y Oro Viejo es, definitivamente, una de ellas.




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